Rápido. Con una sentencia. Siempre con una sentencia. Fría. Sin memoria.
Sin recuerdos.
Así me decapitaste tú. Así me cortaste un brazo. Me amputaste las
piernas. Me sacaste los ojos. Me inundaste la mente. Me perforaste el hígado
con una aguja finísima.
Y cuando a uno lo dejan inválido, ahogado, inútil ante el movimiento,
cuando a uno lo dejan así, entonces ¿qué queda? Te pregunto a ti. ¿Qué queda?