Estando aquí.
Estando allá. Comunicándome con aquellos a quienes quiero de maneras insólitas.
Esperando sus respuestas. Canalizando el extrañar. Canalizando las alegrías.
Canalizando los dolores en el abdomen. Canalizando los deseos de verlos. Pero
aun así se sobrevive, porque siempre está la esperanza. La esperanza que
imaginamos. Entonces cierro los ojos. Y puedo verlos a todos. Y puedo reír con
todos. Y puedo decirles adiós sin temer a las despedidas.
De esa forma
pasan los días. Pasa uno, pasa otro. Luego otro. Y se continúa viviendo a
través de lo imaginado. De la esperanza imaginada. Por eso me da igual la realidad.
Me dan igual los “hechos reales”. En mi cabeza el tiempo corre diferente. El
espacio no se fractura. No existen los sitios en lugares determinados. Puedo
conversar con mi sobrina sentadas ambas sobre un caracol verde. Puedo gritarle
a mis amigas dentro de una taza de té. Puedo pedirle favores a mi familia a
cualquier hora del día. Los domingos dejan de ser domingos si quiero. Puedo
escuchar música sabatina por entre las tuberías de mi departamento. Puedo, con
huevos podridos crear historias y cocinar delicias. Si Husserl dice que un
círculo cuadrado puede existir desde el momento en que puedo pensar en él, pues
entonces todo lo que está dando vueltas dentro de mí puede ser tan real como la
Avenida Juárez. Como la Rampa. Como George Street. Así que para mí, la
esperanza no es aquella ensoñación, aquel deseo de que algo se cumpla. La
esperanza es lo que esperamos y se cumple en el instante en que yo quiero que
se cumpla. D la forma en que yo quiera. Y con quien yo quiera. Espera diferente
porque la imagino: rápida, sin prolongaciones.
Por suerte esa
tendencia que tengo (o tenemos todos), a vivir hacia adentro, no se extingue de
ninguna manera. No pasa como con los cigarros. Puedo irme de un lado a otro sin
limitarme, sin gastarme. La piel no se consume. Los ojos no desaparecen. La
lengua sigue igual de húmeda. Pase lo que pase.
En fin, gracias por
leerme.
texto bonito bonito. también quiero hablar sentado sobre un caracol. y quiero dormir dentro de una taza d te sin ahogarme. te leo son fatiga.��
qué nostálgico. Y buena la referencia a Husserl. Saludos.
este post me recordó a Lezama Lima y sus referencias al caracol con corbata. la mente es la única manera o recurso que tenemos para hui.