Siempre me ha parecido que el veinticuatro de
diciembre, el veinticinco de diciembre, el veintiséis de diciembre, el
veintisiete de diciembre, el veintiocho
de diciembre, el veintinueve de diciembre, el treinta de diciembre, el treinta
y uno de diciembre, el primero de enero, el dos de enero, el tres de enero, el
cuatro de enero, el cinco de enero y el seis de enero, son los días en que las
personas realmente se tragan el cuento de que se son buenas personas, y de que
los demás son buenas personas, y de que todos somos buenas personas. ¡Qué
bonito! Repito, ¡qué bonito!
Comemos y
comemos, como cerdos, imaginando que todo eso nos hará bien, que estamos
consumiendo alegría, alegría con grasa, alegría con azúcar, alegría con
verduras. Ya luego de que pasan esas fechas, comienza el proceso de
desintoxicación de la felicidad. Pasamos el año con nuestras dietas, con
nuestra falta de alimento, hasta llegar nuevamente a los últimos días, donde ya
estamos anoréxicos de esa felicidad que nos inundó durante tres semanas. Y
entonces volvemos a comer. Es el nuevo comienzo de esa bella positividad. Y es
que la necesitamos.
Particularmente,
yo siempre me siento muy positiva durante esas fechas. No sé si pueda
considerar que me trago el cuento de ser mejor persona, pero sí la positividad
y los deseos de hacer me inundan. Por
ejemplo, estas tres semanas me las pasé encerrada en una habitación pensando en
que quiero que alguien desaparezca, que le vaya muy mal, incluso, si no es
mucho pedir amigo Dios, que esa persona se muera en un accidente, o consciente
de que desea su muerte. Estos pensamientos los tengo el año entero, pero durante
dichos días, mi petición se vuelve más fuerte, se vuelve potente, se vuelve invencible
y siento que no estoy sola, que no estoy sola, que no estoy sola, siento que estoy con Dios, con Yahvé de los ejércitos, con el padre del bien y el mal, y que él está
conmigo, confabulando, viendo cómo puede complacerme. Con una aguja que se
entierre en el dedo de esa persona, con una cortada que la deje sin sangre, con
una mala noticia que la destroce, con la pérdida de su alma, con una existencia
podrida, con lepra, con peste bubónica, con dengue hemorrágico, con hambre, mucha
hambre, con un fracaso marcado en la frente, con la fealdad extrema, con la
esterilidad mental y física, con falta de luz, falta de paz, falta de amor,
falta de acción, con un Tsunami que arrase con todo lo que desea. Y hoy, seis
de enero, día final del ciclo de la felicidad, pido con más fuerza todo esto y
lo consagro en un texto escrito para que surta efecto como un mantra.
Qué bonito. Repito, qué bonito
Es
Estar
Lleno
De
Esperanzas
En fin, gracias por leerme. ¡Feliz dos mil diecinueve!
Les desea,
Monique
Qué te pasa! Vas a cargar un Karma horrible este año
Monique eres un crack!