Para este dos mil diecinueve, yo, Monique, deseo el mal



Siempre me ha parecido que el veinticuatro de diciembre, el veinticinco de diciembre, el veintiséis de diciembre, el veintisiete  de diciembre, el veintiocho de diciembre, el veintinueve de diciembre, el treinta de diciembre, el treinta y uno de diciembre, el primero de enero, el dos de enero, el tres de enero, el cuatro de enero, el cinco de enero y el seis de enero, son los días en que las personas realmente se tragan el cuento de que se son buenas personas, y de que los demás son buenas personas, y de que todos somos buenas personas. ¡Qué bonito! Repito, ¡qué bonito!
  Comemos y comemos, como cerdos, imaginando que todo eso nos hará bien, que estamos consumiendo alegría, alegría con grasa, alegría con azúcar, alegría con verduras. Ya luego de que pasan esas fechas, comienza el proceso de desintoxicación de la felicidad. Pasamos el año con nuestras dietas, con nuestra falta de alimento, hasta llegar nuevamente a los últimos días, donde ya estamos anoréxicos de esa felicidad que nos inundó durante tres semanas. Y entonces volvemos a comer. Es el nuevo comienzo de esa bella positividad. Y es que la necesitamos.
  Particularmente, yo siempre me siento muy positiva durante esas fechas. No sé si pueda considerar que me trago el cuento de ser mejor persona, pero sí la positividad y los deseos de hacer me inundan.  Por ejemplo, estas tres semanas me las pasé encerrada en una habitación pensando en que quiero que alguien desaparezca, que le vaya muy mal, incluso, si no es mucho pedir amigo Dios, que esa persona se muera en un accidente, o consciente de que desea su muerte. Estos pensamientos los tengo el año entero, pero durante dichos días, mi petición se vuelve más fuerte, se vuelve potente, se vuelve invencible y siento que no estoy sola, que no estoy sola, que no estoy sola,  siento que estoy con Dios,  con Yahvé de los ejércitos, con el padre del bien y el mal, y que él está conmigo, confabulando, viendo cómo puede complacerme. Con una aguja que se entierre en el dedo de esa persona, con una cortada que la deje sin sangre, con una mala noticia que la destroce, con la pérdida de su alma, con una existencia podrida, con lepra, con peste bubónica, con dengue hemorrágico, con hambre, mucha hambre, con un fracaso marcado en la frente, con la fealdad extrema, con la esterilidad mental y física, con falta de luz, falta de paz, falta de amor, falta de acción, con un Tsunami que arrase con todo lo que desea. Y hoy, seis de enero, día final del ciclo de la felicidad, pido con más fuerza todo esto y lo consagro en un texto escrito para que surta efecto como un mantra.    
Qué bonito. Repito, qué bonito
Es
Estar
Lleno
De
Esperanzas

En fin, gracias por leerme. ¡Feliz dos mil diecinueve!
Les desea,
Monique

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2 Responses to Para este dos mil diecinueve, yo, Monique, deseo el mal

  1. Anónimo says:

    Qué te pasa! Vas a cargar un Karma horrible este año

  2. Anónimo says:

    Monique eres un crack!

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