Artwork by: Brooke
Dunedin
es una ciudad, donde difícilmente hubiese podido ser feliz.
Es
una mujer demasiado histérica, que desea robarme el novio.
Pero
de vez en cuando, me invitaba a caminar. Y durante esos recorridos, que
terminaban en un jardín, ella me acariciaba el rostro y me mordía la yema de
los dedos.
Yo
comprendía que esa era su manera de pedirme que nos lleváramos bien, de que
olvidáramos los celos. Y aunque nunca confié en ella, igual aceptaba su tacto y
sonreía un poquito.
El
problema es que nunca he podido resistirme a una caricia.
Y
menos si vienen de una mujer tan tempestuosa.
Solo
por eso, por la intimidad en el jardín, le digo adiós y simularé haberla amado.
Adiós
mi amor.
Te
extrañaré.
En
fin, gracias por leerme.
Y
deséenme buen viaje.
¿Y te vas? ¿Y por qué te vas? ¿Pero este blog no termina, cierto? Yo soy un desconocido, adicto a tus textos. Continúalo, por favor.
Y como será el gato desde Puebla; tu histeria casi dionisíaca- no la de Dunedin- se consumirá en las academias del tercer mundo. Esperemos que no.