Hoy
es un día de esos en que no me he mirado en un espejo, así que he olvidado quién
soy.
No
me he levantado de la cama. No me he lavado el rostro. No he comido nada. O bueno,
sí, cuatro galletas. Solo cuatro. No he reflexionado. No he escrito. No he
leído. No he recogido la toalla amarilla de la ventana. No me he quejado por el
sol. No me he quejado por la perra. No me he quejado por el gato. Ni de la
universidad. Ni de la gente. No he mandado al diablo a nadie. No he estado de
mal humor. No he pensado en las dos ponencias, dos ensayos, una reseña y un
cuestionario, que debo tener terminados para el miércoles. Ni en el abstract
que debo hacer para un congreso en la UNAM. Me he dedicado a escuchar música,
mala música, a fumar y a mirar por la ventana. También me he mirado el ombligo,
porque no estoy clara si lo tengo grande o pequeño. Y me duele el brazo derecho
de tanto revisar Facebook y mirar el WhatsApp. Dormí un rato e maginé que
hablaba con los chicos de casa. Me he despertado. Y me he vuelto a dormir. Por
las tardes hay una brisa fresca. Al menos en mi habitación. He observado que hay flores justo encima del
departamento abandonado. Le tomé una foto para el post. Reí sola al recordar
que yo pensaba que allá arriba vivía gente y que me espiaban. Saludé, por si
acaso, hay fantasmas allá…
Ya.
Solo
eso.
Debe
ser que estoy cansada. Muy cansada. Hay días en que me ocurre eso. Que algo me vence. Me atraviesa un sable. Debo
bajar a la calle. Debo comprar comida. Debo cenar. Debo contestar un par de
mails. Debo tomarme una pastilla para el dolor de cabeza. Y las anticonceptivas,
que ayer las olvidé.
Pero
en serio, no tengo fuerzas. Tengo el sable demasiado atravesado. O
alguien. No sé si yo. No me he mirado en el espejo.
En
fin, gracias por leerme.
No eres la única. Yo me he vuelto a acostar después de desayunar y comer.a la misma hora, bañarme e intentar escribir... Besos, Amanda :)