Archive for noviembre 2016

Enjoy the silence o el llamado de Papá Pitufo


Será porque he estado leyendo sobre las utopías durante el Renacimiento. Ciudades perfectas. Individuos perfectos. Mundos perfectos. Oro para todos. Libertad. Tomás Moro flotando entre angelitos terrenales... A pesar de que estemos bien lejos de esa concepción típica del siglo XVI, yo continúo teniendo utopías: cosas fuera de la realidad y difíciles de realizar (al menos en los próximos días).
Por ejemplo, yo imagino frecuentemente que descubren una vacuna contra todo tipo de sentimientos. Y que la venden en las farmacias. Y que cuesta tres pesos con veinte centavos. Y que el líquido de la vacuna es transparente, como se te queda el alma luego de inyectarte. Como vivimos en un mudo muy variado y estamos en contra de los regímenes dictatoriales y totalitarios, pues la vacuna se la puede enterrar quien le venga en gana. No se trata de vivir forzados en una sociedad casi autómata, sino de que en la sociedad, la gente tenga la oportunidad y los medios para ser autómata. Y como existe una vacuna, pues existe también otra para hacer que vuelvas a sentir. Podrían preguntarse – como me pregunté yo – pero si te pones la vacuna y te vuelves alguien sin sentimientos, ¿acaso ya no estarás condicionado ante la idea de volver a sentir? Es decir, si ya no sientes, pues olvidarás que algún día sentiste, o más bien olvidarás lo que sentías cuando sentías y tampoco sentirás nada, recuerdes o no. Bueno, igual para eso hay solución. La vacuna tiene un efecto que va reduciéndose tras el paso de determinado tiempo. Empieza a ser menos efectiva. Pierde la potencia. Algo así como cuando se te están acabando los datos móviles, digo yo. Entonces ahí uno comenzará a recordar lo que implica sentir y  podrá decidir si quiere andar un tiempo muerto de pasión por ahí, o si desea volver a ser autómata. 
Otra utopía que tengo - está de más decirlo - es que, cuando yo quiera me pueda convertir en un unicornio. Pero uno así bien bonito. Y que también pueda volar y vomitar arcoíris. Como no me gusta el relinchar de los equinos, pues yo me comunicaría con mis amigos de cualquier especie, a través de un sonido bien perfecto, que como es perfecto, no puedo describir.
También me gustaría que hubiese un cigarro que no se gastara nunca y que tampoco enfermara. Y que todos en el mundo fumáramos esos cigarros, Y que todos bailáramos entre las nubes del humo de ese cigarro. Y que a todos se nos olvidara el paso del tiempo al ver que el cigarro no se acaba nunca. Algo así como una bacanal de smoke, sin que se revienten los pulmones.  Eso también estaría delicioso.
Mi último sueño utópico lleva persiguiéndome hace ya casi un mes. Creo que no logro olvidarlo o quitarme la obsesión porque de todos es el más realizable. Ocurrió así, de una manera inesperada. Les contaré. Andábamos regresando de Tepoztlán. De repente, el chico que manejaba pasa una canción que me gusta mucho y que de cierta forma había quedado abandonada en mi interior. Es una rola de Depeche Mode, llamada Enjoy the silence y que el video clip consiste en un hombre con capa y corona de rey, que escala hasta la cima de una colina, para allí, sentarse en una silla plegable y observarlo todo. Observar su reino. Ese video siempre me hizo pensar en la historia de Zaratustra a la inversa. En vez de bajar para darle las enseñanzas a los hombres, este rey subía para desde allí trasmitirle al universo las enseñanzas del nuevo humano. Todo eso lo recordé en los cuatro minutos y treinta y seis segundos que dura la canción. Además mis recuerdos se vieron interrumpidos porque el conductor – un chico que trabaja en Green Peace, había desmembrado cruelmente a una mantis religiosa, con el limpiaparabrisas. Y andaba ahí, casi llorando por lo que había ocurrido. Y bueno, mis recuerdos de revelaciones humanas quedaron diezmados ante el desespero del chico de Green Peace.
El punto es que llegué a casa y comencé a escuchar ininterrumpidamente esa canción y todas sus versiones. Así pasé una semana… La música continuaba sonando en mi cabeza. All I ever wanted All I ever needed is here, in my arms!!! Un día desperté emocionada, tras haber tenido un sueño impactante. Soñé que yo llevaba un programa radial. Y había una emisión que estaba dedicada completamente a esa canción y todas sus versiones. Y que entre versión y versión, yo hacía comentarios. Así me desperté y entonces pasé la mañana simulando que estaba en un programa de radio, con la canción. Los míos mexicanos me decían que estaba un poco loca y se reían. Pero yo no abandoné mi sueño. Y aunque no pudiese hacerlo realidad continué viviéndolo en mi cabeza. Pero la cosa no quedó ahí. Tras diez horas seguidas de escuchar la canción, ocurrió algo. En mi sueño radial, se comenzaron a filtrar imágenes relacionadas con las del video de la canción. Comencé a entrar en una especie de trance místico, donde ya yo sentía la niebla de la punta de la colina. Sentía al Zaratustra de Nietzsche volver a subir hasta la punta y desde allí predicar sus enseñanzas. Sentí el poder del universo dentro de mí. Pero Zaratustra necesitaba un rostro. Necesitaba un cuerpo. Necesitaba unos brazos para extender al universo y gritar In my arms!!!! Y, aún no sé por qué, el físico, la imagen que me vino a la cabeza fue la de Papá Pitufo. Papá Pitufo, con su capa. Papá Pitufo, escalando la colina. Papá pitufo, observando el horizonte. Papá Pitufo entendiendo que para gobernar en paz se necesita estar fuera del bullicio, fuera de la gente. Papá Pitufo comprendiendo que un rey sabio es aquel que tiene el tiempo para meditar no sólo lo que es bueno para  su pueblo, sino también para la naturaleza de ese pueblo. Papá Pitufo en la colina extendiendo sus manos mientras canta la canción de Depeche Mode y abajo, a lo lejos, todo el pueblo pitufo aclamándolo, recibiendo su sabiduría. Pero papá pitufo no escucha nada. Papá Pitufo sólo abre sus brazos, mira impávido al horizonte, respira y transmite su sabiduría ancestral.
¡Qué bonito!
Ojalá algún día se cumpla este sueño. Pero primero debo encontrar a Papá Pitufo. O a Zaratustra. Y Dios quiera y por lo menos Zaratustra sea enano para que pueda yo pintarlo de azul y que se parezca un poco a la imagen que me persigue. Creo que me sentiría muy feliz si eso ocurriera. Entonces la cosa quedaría así: Encuentro a Papá Pitufo para que se percate de cuál es su destino y lo emprenda. De lo contrario, encuentro a Zaratustra (que tiene que ser obligatoriamente enano), lo pinto de azul y le digo que vaya en busca de su destino. Todo esto acompañado de una capa, una corona y una silla plegable. Y tras llegar a la colina, tras disfrutar del silencio, tras revelarnos a todos el secreto del nuevo humano, pues yo, felizmente, haré un programa especial, donde cuente al mundo esta bonita historia. Donde explique a todos cómo fue el proceso místico de nuestro nuevo rey. Y finalizando mis palabras y el corte publicitario, sonará la canción. Una y otra vez. Enjoy the silence!!!!


En fin, gracias por leerme. 

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Post mínimo sobre el éxito y la percepción de un dealer

                                                 
   Artwork by; Kyle Thompson

Estaba  ayer en casa de un amigo. En algún momento, su dealer,  se acercó y me susurró: Tener éxito en la vida significa quedarse voluntariamente solo. Solo, solo, solito solo. Luego me miró y con una sonrisa que no pude definir, comentó que él pensaba que yo era una persona de éxito.

 - Ten un poco de hierba, para que “celebres” tu “éxito” – me dijo.
 -   Sí, para que “celebre” mi “éxito” -  le dije.

Después de eso no recuerdo mucho más. Hambre, dolor de panza. Quizás un poco de opresión en el pecho cada vez que recordaba la frase del dealer. Quizás un poco de opresión cuando pensaba en la voluntariedad.  Quizás sueño.

En fin, gracias por leerme

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